sábado, 17 de junio de 2017

HOLOGRAMA (Mary Ann Geeby)

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Coloqué mis sueños en un holograma, ilusionada por verlos más bellos, cegada por la hermosura que éste poseía. 
Perfectamente protegidos, cual si se hallaran en una burbuja, quedaron inmersos en su preciosa envoltura. 
Ilusiones que brillaban con luz propia, que sin duda me ayudaron a visionar el camino que debiera recorrer... Pero no pude.
Sin demasiado esfuerzo logré ver la vía marcada, clara y nítida, a pesar de los muchos socavones que encontraba en el terreno. Pude también andar por ella, tropezando a veces, levantándome siempre, después de caer una y otra vez. Incluso fui capaz de asir las manos que, solícitas, me tendían mis amigos, las personas que me amaron. Y casi llegué a tocar mis sueños.
Pero, estúpida de mí, no me di cuenta que los bellos hologramas no pueden ser alcanzados, tocados o asidos. Sólo pueden ser mirados, admirados, ansiados.
Probé pues a sacar de su interior mis ilusiones, renunciar a su belleza, y resultó aún mucho peor. Los sueños, sueños son, dijo el maestro Calderón. 
No pude más que quedarme así, sucia del camino, rota de perseguir quimeras y cansada  de tanto anclarme en el olvido.

4 comentarios:

  1. Los hologramas son solo fantasías.
    Bonito relato. Saludos.

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  2. Dios...!!! Cuánta belleza y sentimiento, bella Mary Ann... Pero, claro, tampoco me sorprende, sé la de cosas lindas que puede llegar a albergar tu corazón...

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    1. Mil gracias, Javi. Tu corazón sí que contiene belleza. Un beso.

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