domingo, 2 de abril de 2017

LA FIRMA DE DOCUMENTOS


Llego temprano a tu casa. Me has mandado llamar para revisar y firmar algo. Hoy trabajarás aquí, porque no te encuentras con fuerza para ir al despacho. Me abre la puerta tu mujer, que se está preparando para ir a su tienda; nos saludamos y me hace pasar a tu estudio.
Al entrar, no levantas la vista de lo que estás haciendo. Me saludas sin mirarme:
—Buenos días. ¿Qué era eso tan urgente…? —pregunto.
—Chssssssssst —me interrumpes—. No hables aún.
Sigues mirando los papeles. Espero en la puerta. Ni siquiera me atrevo a sentarme.
De repente, levantas la vista y señalas al aire con tu índice:
—¿Lo oyes? Está en la ducha. ¡VEN! —ordenas.
Me acerco a ti y separas tu silla de la mesa. No puedo dejar de mirar tu paquete. ¡Dios mío! ¡Está inmenso!
—¡Arrodíllate! —me mandas, de nuevo. Obedezco, claro.
Me arrodillo entre tus piernas y sonríes. Me dejas hacer.
Acaricio tu pantalón, a lo largo de tu miembro, tan duro y erecto. Acerco mi cara, la froto por encima del pantalón. Huelo… Adoro el olor de tu gel de ducha. Beso, lamo… Te escucho jadear. Sé que es la señal.
Abro tu pantalón y agarro firmemente tu miembro con una de mis manos. Las tuyas, se pierden entre mi pelo. Meto tu polla dentro de mi boca, muy adentro, hasta la garganta. Sé que te encanta cuando empiezo tan fuerte. Te vuelve loco.
Lamo, beso, chupo, masturbo… estoy desatada y eso te gusta mucho. Sólo me dices, de vez en cuando:
—Así… mi perrita…
Sigo haciéndolo. Te miro de vez en cuando, pues quiero ver en tu cara, que te gusta, que disfrutas. Te veo cerrar los ojos, echar tu cabeza hacia atrás, introduces tus dedos entre mis cabellos, acaricias mi cabeza, sigues gimiendo y jadeando… Me crezco.
No pararé hasta que te corras en mi boca. Lo deseo más que nada. Y luego me besarás, compartiremos tus fluidos. Adoramos hacerlo.
Sigo mamándotela, como si lo necesitara para vivir. Amaso y acaricio tus huevos. Noto tu excitación y sé que faltan unos segundos sólo…
—¡PARA!
Me quedo paralizada. Jamás habías hecho algo así. Nunca me mandas parar cuando está tan cerca… Te miro.
De nuevo, tu dedo señala hacia arriba, ordenándome escuchar. Ya no se oye el agua de la ducha. Escucho a tu mujer salir del cuarto de baño.
Me levantas, te acercas a mi oído y me susurras una nueva orden:
—Desnúdate, junto a la mesa, piernas abiertas, recuesta el tronco en la mesa. Tócate, mantente mojada para mí. Ahora vengo.
Sales del estudio y cierras la puerta.
Obedezco como si me fuera la vida en ello. Me desnudo y me coloco como me has dicho. Comienzo a tocarme. Te oigo despedirte de tu mujer al abrir la puerta:
—¡Hasta luego, Noelia! —llega hasta mí la voz de ella.
—Adiós, Laura —respondo, sin moverme. Tú ya me miras desde la puerta. Entras, escuchamos cerrarse la puerta de la entrada.
—¡Muy bien! Eres una perrita muy obediente. Tu Señor está muy contento contigo.
Me acaricias las nalgas. ¡AZOTE! Vuelves a acariciarme.
Acercas tus dedos a mi coño: está empapado.
—Ya sigo yo —dices, apartando mi mano—. Agárrate a la mesa.
Desde este momento, tú te ocupas de todo.
Acaricias mi espalda. No sé cuándo te has quitado el pantalón. Colocas tu polla entre mis nalgas. Gimo.
—Está mojadito. Como a mí me gusta. Empapadito. Lo has hecho muy bien, cachorrita.
—Sólo quiero satisfacerte, mi Amo. Lo sabes.
—¡Dilo!
—¿Que diga qué?
¡AZOTE!
—Ya lo sabes. Que digas de quién es este coño.
—Tuyo, cielo. Es tuyo, lo sabes.
—¡Dilo! No respondas a mi petición: dilo por ti misma.
Acompañas tu orden de otro azote. Me encantan tus azotes… y las caricias posteriores. A veces, como ésta, también besas mis nalgas, las lames… Me matas…
—Tuyo, mi cielo. Es tu coño. Está mojado por ti. Te desea y sólo tú sabes satisfacerle. Todo mi cuerpo es tuyo: tu coño, tu culo, tus tetas, tu piel…
—Siiiiiiiiiiiiiiiiiii
Ahora frotas tu polla contra mi coño. La paseas por toda mi intimidad, por mis dos entradas, refregándola y empapándola con mis fluídos. No puedo desearte más.
—Por favor… —suplico.
—Por favor, nada. Yo decido, ¿recuerdas, putita? ¡No respondas! Sólo abre más las piernas.
Y lo hago. Una y mil veces obedezco. Porque tú siempre sabes lo que me hace vibrar. Tú eres el dueño de mi cuerpo y de las sensaciones que produces. El de mis fantasías y deseos. Te lo entrego todo, sin reservas.

Te separas unos segundos de mí y levanto un poco mi cabeza.
—Ni se te ocurra. Vuelve a recostarte —me recuerdas.
Y de nuevo, obedezco.
Escucho: no oigo nada.
No hay contacto, no sé qué haces.
No te veo y no osaría intentarlo.
Dura tanto esta ausencia.
Y de repente, me invades por completo. Has entrado en mí como un bestia, como una fiera. Grito.
Aprietas mis caderas con tus manos. Te mantienes dentro, muy dentro.
Llevas tus manos a mis hombros, sales despacio y vuelves a entrar bruscamente. Me estás volviendo loca.
—Levanta la cara. Pídeme lo que deseas.
—Sigue, por favor. Fóllame fuerte.
Y esta vez, eres tú quien obedece. Porque ambos sabemos quién manda aquí, en realidad.
Tú reaccionas al lenguaje dominante y te encanta que me comporte como tu sumisa. Pero yo sé que me amas, y adoro las palabras dulces y cariñosas, los besos y las caricias.
Ambos nos compenetramos, porque confiamos el uno en el otro. Porque somos complementarios y nos hacemos bien.
Me das la vuelta levantando mis piernas, para que las coloque en tus hombros. Entras fuerte en mí y me adviertes:
—Yo digo cuándo te corres, no lo olvides.
—Sí, cielo. Sigue, vamos, dame fuerte… —vuelvo a pedirte.
Sigues follándome como me gusta, como te gusta.
—¡Ahora! ¡Córrete! —me “permites”.
Todo mi squirt sale con fuerza de mi interior, empapándote y regándolo todo.
Vuelves a invadirme con rapidez y te preparas para correrte.
Sales de mi interior para esparcir tu leche caliente por mi cuerpo. Empapas mis pechos y lo extiendes con tu mano. Amasas mis tetas, las masajeas…

Me miras. Me sonríes.
—Vamos a la ducha, cielo. Voy a limpiarte enterita, antes de que vuelvas a la oficina.

Y, una vez más, obedezco solícita. SIEMPRE.

2 comentarios:

  1. Sublime... Sublime y supercaliente... Como todo lo tuyo, bella Mary Ann

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que te haya gustado. Gracias por entrar, leer y comentar. Un besazo.

      Eliminar