lunes, 20 de abril de 2015

LA HABITACIÓN GRANATE (Misterioso tesoro III)

Hola:
Décima edición del juego TE ROBO UNA FRASE. En esta ocasión es: "Logré ver el brillo de mis ojos al maquillarme frente al espejo, ahora entendía cuando decían que una mujer después de hacer el amor lucía radiante." de UN NUEVO AMANECER, de Karina DelpratoComo siempre, espero que os guste.


LA HABITACIÓN GRANATE - (MISTERIOSO TESORO III)
(Mary Ann Geeby)
La mañana me sorprendió entre los brazos de Pedro. Había sido una noche maravillosa, pero quería hacer ese viaje, de modo que no podríamos quedarnos en la cama por más tiempo.
Me levanté y acudí al cuarto de baño. Me duché despacio, recordando sus caricias de la noche. Tuve que quitar el vaho del espejo para poder peinarme. Logré ver el brillo de mis ojos al maquillarme frente al espejo, ahora entendía cuando decían que una mujer después de hacer el amor lucía radiante. Un poco de polvo en la cara, rímel negro en las pestañas, labios rojos sangre, a juego con las uñas y el vestido. Los tacones negros, como las medias de liga y costura trasera. Le encantaba esta combinación, le volvía loco, de modo que acertaría fijo.
—Buenos días, dormilón. ¿Te levantas ya? Quiero que salgamos pronto —le dije para despertarle.
—¿Qué salgamos pronto? ¿Dónde vamos? Buenos días —respondió frotándose los ojos—. ¡Hummmm, estás preciosa!
—¡No me digas que no te acuerdas! Ayer por la mañana te dije que iríamos a Bilbao. Quiero que veamos la exposición de arte que está en el Guggenheim. Y por la tarde me gustaría que pasáramos por un par de mueblerías, con el fin de ir viendo cosas para la habitación granate. —respondí extrañada—. ¿Pero de verdad no lo recuerdas? Llevamos toda la semana hablando de ello.
Pedro llevaba varios días nervioso y despistado, pero yo lo había achacado a la inauguración de la casa. Lo cierto es que el día anterior había estado mucho más raro que de costumbre. Durante la fiesta, lo noté ausente y distraído. Se le olvidaron varias cosas, pero el colmo fue cuando me dejó en la calle despidiendo a todos sus invitados. Era como si tuviera algo en la cabeza, que le impidiera concentrarse.
—Pues lo siento, pero me había olvidado. De todos modos, es un poco pronto para amueblar la habitación granate, ¿no? Podemos esperar un poco, a que nos vayamos adaptando a la casa. ¿Por fin te vienes a vivir conmigo, amor? —se puso meloso.
—Pedro, cielo, ¿te encuentras bien? Tuvimos esta conversación hace ya dos días. Me convenciste de que me viniera aquí contigo y me traje las maletas. Yo te comenté lo de la exposición en Bilbao y quedamos en que iríamos hoy. Por la tarde, insististe en visitar alguna mueblería para ir viendo cosas…
—Ya, Sara, ya. Pero es que… esto… la inauguración y tu presencia me han puesto… nervioso, y no estoy en lo que celebro. —respondió balbuceando.
—No, Pedro. Te conozco. Una cosa es estar nervioso, pero me ocultas algo. ¿Qué ocurre? ¿Ya no confías en mí?
Pedro fijó sus ojos en mí. No decía nada. Era como si estuviera sopesando compartir algo conmigo o no…
—Ven conmigo, Sara.
Me cogió de la mano y me arrastró textualmente por el pasillo. Entre los tacones y la prisa que él llevaba, por poco no tropiezo al entrar en la habitación granate con una tabla que había levantada. Entonces, Pedro se agachó y recogió una caja del suelo: una especie de cofre. Pedro la movió entre sus dedos con una facilidad que me dejó perpleja. Movió una de las tablillas que la formaban, sacó otra, desplazó una tercera hacia la derecha y “voie la”: el cofre se abrió y en su interior apareció un libro encuadernado en piel, con aspecto de ser antiguo. Pedro abrió el libro y vi que estaba manuscrito.
—¡Lee! —me dijo.
—“No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.” —Leí en voz alta.
—Voy por ahí. ¿Podemos leerlo y ver qué contiene antes de irnos a Bilbao? Por favor, por favor, por favor, Sara… —pidió, casi suplicó.
—Claro. Me parece bien. Pero antes, me quitaré de nuevo esta ropa y desayunaremos. Después nos meteremos de lleno con el libro misterioso. ¿De acuerdo? —propuse cerrando el libro.
—No puedo negarte nada, estoy completamente colado por ti. Anda, vamos a desayunar. —me dijo agarrándome por la cintura.
Me besó, me acarició y vi que iba a comenzar de nuevo, cuando le dije:
—Tú a preparar desayunos, yo a quitarme la ropa. ¡Ahora!

Y me escabullí corriendo. Casi tropiezo de nuevo. Me quité los tacones, las medias y el vestido y me puse ropa cómoda de estar en casa. Al salir, lo encontré de nuevo inmerso en la lectura del libro. Sus ojos estaban muy abiertos y su boca también. Decidí dejarlo allí, tan concentrado, y bajé a preparar yo misma el desayuno. Cuando ya tenía los zumos y los cafés preparados, llamé desde la escalera:
—¡Pedro, baja ya, cariño! —No hubo respuesta, por lo que tuve que insistir —¡Pedro, el zumo se calienta y el café se enfría! —me reía recordando sus carcajadas la primera vez que oyó esa frase tan mía. Pero seguí sin obtener respuesta. —¡Cielo! —grité ya la tercera vez, mientras subía la escalera. Grité, corrí, volví, busqué, durante minutos eternos, sin conseguir respuesta.
No me lo podía creer. Ni rastro de Pedro. Ni en la habitación granate, ni en la azul, ni en ninguna de las otras. Lo llamé a gritos, al principio riendo, luego llorando. ¡Nada! Era como si se lo hubiera tragado la tierra. Me senté en la cama y comencé a llorar. No sabía qué hacer. Pasó más de media hora hasta que decidí que allí parada no hacía nada.
Me aseguré de que no estaba en armarios o debajo de las camas, que no hubiera salido por ninguna ventana, antes de llamar a la policía. Volví a la habitación granate, donde lo había dejado.
Entonces vi el libro. Inmediatamente lo cogí para ver si había algo que me orientara en todo este lío sin sentido. Tenía mucho miedo, pues por leer ese libro, Pedro había desaparecido. Pero debía hallar la forma de dar con él. Tenía que haber un modo de encontrarlo.



7 comentarios:

  1. Muy buena continuación Mary (eso de mezclar ambos relatos -el anterior y este- le ha dado un toque que me ha puesto los pelos de punta). Ya me quedé con las ganas de ver dónde para Pedro. ;) Besos.

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    1. Gracias por tu opinión, Frank. Pero tengo tentaciones de dejarlo aquí...
      Jajajajajajaja
      Besos

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  2. Me encantó esa mezcla e relatos!!! y a ver cómo sigue ahora? Dónde se metió Pedro jiji.
    Un beso grande, Mary, y hasta el próximo mes!♥

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    1. Hasta entonces K@ry. Gracias por tu frase y por tus palabras.
      Besote

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  3. Muy bien Mary Ann. Me ha encantado. No sé si participaste en el anterior pero lo has hecho muy bien en este con la frase del mes pasado y la de este.
    Este relato pone parte III y yo solo me he leído esta, que funciona estupendamente bien sola. Así que enhorabuena!!!
    Aunque te doy un consejo: dejarlo así no es un final, es simplemente no saber por dónde seguir. Un final abierto requiere que las personas puedan imaginar algo y los positivos piensen bien y los negativos mal sobre algo concreto. Pero esto es igual que no haber escrito nada si no hay un final. Y ¿Dónde está el tesoro de la habitación granate? ¿y qué tenía la habitación granate para hacer un texto así, sin final?
    De todas formas, es una opinión que puedes escuchar o dejar. A mí me gusta pero si tiene final, sino es como haberme leído La Bella Durmiente y que se hubiera acabado cuando llegó a casa de los enanitos y se durmió, o cuando la envenenó la bruja, ajajajaja...

    Un abrazo.

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    1. Gracias Ricardo.
      Bueno, "Misterioso tesoro" era el relato del mes pasado. El tesoro era el cofre con el libro, que Pedro encontró en la habitación granate. Todo eso estaba explicado en aquel relato. Después escribí "La habitación azul" (misterioso tesoro II), fuera del juego "Te robo una frase", mucho menos misterioso y más erótico que los otros. Quise continuar con "La habitación granate", pero decidí no decir dónde está Pedro o qué ocurrió entonces... Si los demás imaginan o yo escribo una 4ª parte, lo dejamos en suspense...
      En cuanto a la comparación, siento decirte que La Bella Durmiente no estuvo con los enanitos, ni la envenenó una bruja. Esa era Blancanieves. A la Bella Durmiente...., pero esa ya es otra historia... Jajajajajajaja
      Gracias por tus palabras, por tu opinión, por tu abrazo y te mando un besazo transoceánico. Sigue disfrutando mucho, guapo.
      ;-)

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    2. tienes razón, Mary Ann, pero me entendiste lo que quise decirte. Voy buscanso al siguiente Te robo una frase. Hasta ahora.
      Un abrazo.

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