lunes, 16 de febrero de 2015

TU CONFIDENTE

Hola:
Esta es la VIII edición del juego TE ROBO UNA FRASE. Y me ha encantado escribirla. Me he sonreído, reído y hasta carcajeado de alegría. Y lo he dejado donde me pedía el cuerpo. Aunque yo sé lo que ocurrió después, aún no lo he escrito. He disfrutando hasta haciendo las fotos.
Deseo, como siempre que os guste. Besos.

TU CONFIDENTE
Sonó el teléfono y lo atendí antes del segundo timbrazo. Era él, ya lo sabía.
—Dime Nel –respondí.
—Necesito quedar. Necesito hablarte, cariño.
—¿Nos vemos en el Starbucks? Creo que necesitaré “droga dura” para oír lo que me vas a contar.
Manuel, yo siempre lo llamaba Nel, era mi amigo. Mi mejor amigo, en realidad. O quizá sea más exacto decir que yo era su mejor amiga. Él era para mí, no nos engañemos, el auténtico amor de mi vida. Pero habíamos llegado a ese punto de nuestra amistad en el que yo era su confidente. Y no hay nada más horrible para una mujer que el hombre a quien ama la tome por fiel amiga. Porque ¿sabes lo que pasa cuando ese hombre tiene otro amor? ¿Cuándo está feliz con otra persona? ¿O cuando tiene males de amor? Pues que se lo cuenta a su persona especial. Y una no puede aconsejar algo así como “deja de una vez a esa gilipollas y ven a mí, que quiero perderme en tus brazos y hacerte el amor hasta que olvides que alguna vez existió”. No puede hacerlo, no. Si somos serios, no debería ni siquiera pensarlo. Pero es que Nel me habla, me mira o besa mi sien y cierro los ojos, me olvido del mundo, del tiempo y el espacio, me olvido de que tengo nombre, familia o trabajo, me olvido de que no es mío y de que quizá nunca lo será.
—¿Qué ha ocurrido esta vez, cielo? –le pregunté.
—Pues verás, te cuento –comenzó. Y siguió contándome la enésima gilipollez de esa perrita pequinesa con la que vivía desde hacía un par de años.
Desde que se fueron a vivir juntos, ella se había operado los pechos, algo se hizo en los labios, no sé qué más en el cuello y creo que algo en la tripa y en los muslos. No sé, porque apenas le escuchaba cuando me contaba todo eso. En una ocasión le insinué que si seguía operándose, en poco tiempo ya no sería ni la sombra de lo que había sido cuando comenzaron. Nunca entendí qué coño hacía con ella. No existía tía más materialista y superficial que Melissa. Pero él estaba enamorado. ¿Enamorado o encoñado? Bueno, siempre había considerado a Nel un tío inteligente, pero es que no me lo podía explicar. A veces sospechaba que ella debía ser una fiera en la cama. Si no, ¿qué otra razón podría haber para que el tipo más maravilloso del mundo estuviera a su lado de ese modo tan incondicional?
La “enésima” razón de su disgusto se debía a que ella había esperado un regalo por San Valentín. Él había decidido no hacerle un regalo material ese día, pero eso, para Melissa era inconcebible. Nel le dijo que la quería tanto que pasaría todo el día con ella, haciendo cosas juntos, disfrutando el uno de la otra y viceversa, sin nadie ni nada que les distrajera en un día tan especial. Porque aunque él opinaba que “el día de los enamorados es todos los días”, ella estaba más por la labor de entrar en ese bucle que crearon los centros comerciales. Y sobre todo si “el objeto de su amor” brillaba en su dedo o lucía en otra parte de su cuerpo perfecto.
Melissa había escuchado todos sus argumentos y le había explicado su punto de vista. Ella le quería tanto que quería ser perfecta sólo para él. “Pero…” No, era mejor que no la interrumpiera. Ella había cambiado tanto por él…
—Pero es que yo no quería que cambiaras nada, Melissa. Me gustaba cómo eras cuando me enamoré de ti. –insistía Nel.
Ella nunca lo vería así. ¡Desagradecido! Ella daba tanto y él tan poco…
—¿Por qué no lo veo, Ana? ¿Por qué sigo pensando que ella ya no me quiere, que nunca me quiso en realidad? ¿Por qué ya no siento mi cuerpo desfallecer cuando la tengo delante, no se me seca la boca cuando la veo desnuda? ¿Por qué ya no la deseo? ¿Será verdad que ya no la amo? –me preguntó llorando.
Decidimos ir a su casa del pueblo. Allí podríamos charlar más tranquilos. Tenía un txoko en el sótano, “El rincón de Nel”, lo habíamos bautizado cuando lo preparamos. Recuerdo que yo le ayudé a decorarlo y hasta le regalé el azulejo en el que estaba escrito el nombre. Ese sofá… era perfecto. ¡Cuántas películas románticas y de acción! ¡Cuántas partidas de trivial y otros juegos de mesa! ¡Cuántas confidencias y momentos románticos…! Hasta que me habló de ella. Yo siempre creí que era importante para él, pero ella llegó a su vida y quedé relegada al maravilloso papel de “mejor amiga y confidente”. ¡Una auténtica mierda! Yo quería dejarlo, no seguir con este momento de confidencias y apoyo incondicional. Estaba hasta el moño de ocupar un rol que no había elegido. De hecho, era demasiado doloroso. Pero no tuve narices de cortarlo. No lo hice cuando comenzó a doler y no lo iba a hacer ahora.
Al llegar a la casa, aparcó en el garaje y entramos en silencio. Cuando llegamos a la planta baja me dije que era el momento de intentar escaparme. En el sótano sería demasiado tarde. Pero no lo hice. Yo ya sabía que era una cobarde y una débil. Prefería morir de sufrimiento que dejar sin apoyo a la persona más importante de mi vida.
Llegamos abajo y él encendió la chimenea. Saqué algo para picar y un par de cervezas. Siempre bebíamos cerveza cuando estábamos en aquel lugar. Al poner la mesa, estiré la manta que reposaba en el sofá y recordé… la única vez en que se dejó llevar y yo creí… Aquella vez, él me abrazó, y me vio. Me vio por dentro y sé que supo lo que yo sentía. Pero él me engañó. O quizá fui yo sola quien se engañó. Lo que yo vi, parecía amor, pasión y deseo. De hecho, cerré mis ojos y abrí ligeramente mis labios. Y entonces ocurrió. Me besó. El momento más feliz de mi vida, el beso más apasionado que jamás había recibido, el contacto más real… Pero no pasó de ahí. Él pidió perdón por haberlo hecho. ¡Perdón! Yo quería que me pidiera que le entregara mi cuerpo y mi vida y él me había pedido perdón.
—Esto ya está. ¿Ana? –vino hacia mí. Me había quedado abrazada a la manta, al recuerdo… No me había dado cuenta de que los sentimientos me habían atrapado de nuevo. No había sido buena idea venir aquí. No lo había sido -. Hey, deja eso, vamos, sentémonos y bebamos cerveza –dijo sujetándome de la cintura. No debía haber hecho eso, no. No debió hacerlo.


14 comentarios:

  1. Lo dejas ahí y yo me estoy mordiendo el labio inferior y haciendo conjeturas. Espero de verdad que escribas la continuación, ¡no puedo quedarme así!
    Me encantan tus relatos porque me sumerjo en ellos con mucha facilidad y me hacen sentir lo que sienten los personajes.
    No, en serio, quiero más ;)
    ¡Un besín!

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    1. Gema, sabes algo? Comentarios como éste son los que me animan a escribir. Y además, te prometo que... jajajaja Bueno, ya lo verás.
      Besitos y mil gracias. ;-)

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  2. Pues me parece un muy buen punto en el que dejarlo, mi querida amiga :-)
    Me ha gustado mucho el relato, me he podido sentir identificado con la protagonista (porque a los tios también nos pasa eso, y no hay nada peor que entrar en "la zona de los amigos", no se sale de allí ni si cae un meteorito... jejeje)
    Muchas gracias por tu fidelidad al juego :-D
    Besicos Mary!!!

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    1. Gracias Ramón. A mí me pareció el punto perfecto. Lo que no tengo claro es si lo voy a dejar ahí. Jajajajaja.
      Sé que a los tíos también os pasa eso de ser "el mejor amigo" >( y tienes razón: de ahí no se sale... ¿O sí?
      Gracias a ti por seguir con el juego una y otra vez. Es fácil serte fiel, jajajajaja. Es un placer. ;-)
      Besucos a ti, Ramón.

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  3. Me ha encantado y me suena mucho esta historia en Starbucks, jajajaja... la cual espero que continues porque nos has dejado con la miel en los labios. Sabroso ha estado.
    Felicidades, Mary Ann!!!

    Un abrazo, guapa.

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    1. Bueno, Ricardo. Mi hija está "poseída" por esa cadena de cafés. En casa es una constante. Es una pena que en Santander no haya. Lo cierto es que la amiga-amante, no correspondida y el Starbucks... era sospechoso para vosotros. Pero juro que no tiene nada que ver... O quizá sí!! jajajajajajaja Estoy yo pensando que si me lo dejas "bien preparado", la continuación de "TU CONFIDENTE" podría ser mi capítulo en "EL PELIGRO DE AMAR". Ah, espera, que no voy detrás de ti.... Bueno, algo se me ocurrirá.
      Gracias por tu opinión y mil besos.

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  4. Pues a mi me ha gustado tanto... sobre todo ese final inesperado que, te pediría que no lo siguieras, es tan bueno que creo que si lo continuas los vas a estropear. No te dejes convencer, el relato es buenísimo tal y como está y el que no tenga imaginación para imaginarse el resto ¡que se joda que yo si la tengo! Me ha gustado mucho, felicidades Mary. Besos.

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    1. Jajajajajaja, como te dije, sois Nacho y tú contra el resto del mundo!!!
      Quizá al final,.... jajajaja, qué coño sé lo que voy a hacer....
      Besotes, Frank

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  5. Precioso, Mary Ann. Me ha encantado. A mí me gusta que los relatos queden abiertos, pero seguro que este tendría una continuación más que interesante. Espero tener ocasión de leerla.

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    1. Lucía. Al principio el relato iba a estar terminado y bien terminado. Pero siempre leo mis relatos a Nacho antes de publicarlos. Y le dije: Creo que lo publicaré así. Y él, todo entusiasmado, me dijo: "¡¡¡SÍ!!!" De momento opté por hacerle caso. Me suele ir bien. Y ahora, entre él y Frank Spoiler andan queriendo que no haga una 2ª parte. Jajajajajajaja, bueno, aún no sé si lo escribiré. En mi cabeza ya está "escrito", claro.
      Besos y de nuevo, gracias.

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  6. es el constante dilema de amor o amistad, precioso relato Gracias Mary Ann

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  7. Aunque sufro como los demás por querer saber qué pasó, estoy de acuerdo con Frank, es una tortura pero fue genial dejarlo así. Creo que todos tenemos un final para esa historia porque es algo por lo que pasamos. Las fotografías geniales. Felicidades!

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    1. Gracias Patricia. Me faltan un par de opiniones. Pero ya casi tengo la decisión tomada sobre escribir o no la 2ª parte.
      En cuanto a las fotografías, mil gracias, de verdad. Esta vez me lancé a fotografiar mi propio móvil, mis brazos abrazando mi manta, y lo del café era "misión imposible" pues no tenemos Starbucks en Santander (quizá debí elegir otro lugar para la historia...) Gracias de nuevo.
      Nos leemos. Besos.

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